viernes, 15 de junio de 2012

Equipo y cerebro

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Cooperar permite que el individuo desarrolle su cerebro. De hecho, la cooperación entre los seres humanos ha facilitado que el tamaño del cerebro sea mayor en comparación con otros homínidos predecesores. Unas dimensiones que se han conseguido por la mayor interacción social y el desarrollar este órgano vital para poder hacer frente de forma conjunta a los problemas sociales que se planteaban en el día a día. No obstante, este tipo de desarrollo presenta límites fisiológicos.

Seg?n un estudio de investigaci?n

El trabajo en equipo presenta diversas ventajas para los trabajadores y también para el cerebro de las personas. Y es que según un estudio realizado por investigadores irlandeses y escoceses, el trabajo en equipo ha permitido que el ser humano haya evolucionado hacia un cerebro con un tamaño más grande en comparación con otros predecesores homínidos, siendo el Homo sapiens un gigante cerebral. 

Entre las causas o factores que han favorecido esta evolución del cerebro, los investigadores apuntan a la interacción social, ya que el hecho de trabajar con otras personas ayudó a los seres humanos a sobrevivir, pero también a desarrollar el cerebro para hacer frente a las complejidades sociales.

Una conclusión a la que los investigadores han llegado tras realizar un estudio en el que a través de una computadora se simuló el cerebro humano, permitiendo observar la evolución de la red de neuronas ante la respuesta de una serie de retos sociales.

Para ello, los investigadores contemplaron dos contextos. En uno de ellos se barajó un escenario en el que había dos socios de un crimen detenidos por la policía, teniendo cada uno de ellos que decidir si debe o no informar sobre el otro. Por su parte, en el otro escenario había dos personas atrapadas en un coche en la nieve, teniendo que tomar la decisión de cooperar para cavar o bien sentarse y dejar que la otra persona lo hiciera.

En ambos casos, los investigadores descubrieron que en los cerebros evolucionados tenían una mayor propensión a elegir la cooperación. Según Luke McNally, del Trinity College de Dublín, se colabora con frecuencia en grandes grupos de individuos con los que no se mantiene relación, lo que requiere una serie de habilidades cognitivas para realizar un seguimiento de lo que está haciendo una persona y cambiar el comportamiento en consecuencia. No obstante, esta cooperación tiene un lado calculador, ya que se hace por reciprocidad.

De esta manera, de acuerdo con los investigadores, en el caso de que una persona coopere y haga trampa, la próxima vez que se produzca la interacción la otra persona podría decir que hizo trampa, no volviendo a cooperar con él de nuevo, de forma que la persona coopera con el fin de recibir cooperación en el futuro.

Además, la investigación también ha puesto de manifiesto que el trabajo en equipo y la mayor capacidad intelectual son elementos que se nutren mutuamente, constatándose que a mayores niveles de inteligencia la cooperación también es más elevada.

El estudio, que ha sido publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B, es un complemento valioso para poder comprender la evolución del cerebro, si bien hayinvestigadores de la Universidad de Oxford, como Robin Dunbar, que han apuntado que la cooperación tiene límites fisiológicos en el cerebro, ya que en el supuesto contrario el hombre tendría un cerebro del tamaño de una casa para llevar la cooperación a un nivel perfecto dentro de un planeta lleno de seres humanos.

De hecho, según Dunbar, el tamaño actual del cerebro limita el tamaño de la comunidad a la que la persona siente que pertenece. Una red social personal que se limita a unas 150 personas y que para multiplicarse hasta alcanzar los 500 individuos se tendría que duplicar el tamaño del cerebro.



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