martes, 26 de junio de 2012

CESARE PAVESE.- DIÁLOGOS CON LEUCÓ (LA ISLA)

Foto: CESARE PAVESE.- DIÁLOGOS CON LEUCÓ (LA ISLA)

Odiseo: Lo que añoro es una parte viva de mí mismo, como lo es para ti tu silencio. ¿Qué ha cambiado para ti desde los días en que la tierra y el mar te obedecían? Sentiste que estabas sola y que estabas cansada, y olvidaste tus nombres. Nada te ha sido quitado. Eres lo que quisiste ser. 

Calipso: Lo que soy es casi nada, querido. Casi mortal, casi una sombra como tú. Es un largo sueño comenzado quien sabe cuando, y tú has entrado en este sueño como un ensueño. Temo el alba, el despertar; si te vas es el despertar. 

Odiseo: ¿Eres tu, la señora, quien habla? 

Calipso: Temo el despertar como tu temes a la muerte. Mira: antes estaba muerta; ahora lo se. No quedaba de mí sobre esta isla sino la voz del mar y del viento. Oh, no era padecer. Dormía. Pero, desde que has llegado, has traído otra isla dentro de ti. 

Odiseo: La busco desde hace tiempo. Tú no sabes lo que es entornar los ojos para ilusionarse cada vez que se divisa una tierra. Yo no puedo aceptar y callar. 

Calipso: Sin embargo, Odiseo, vosotros los hombres, decís que recuperar lo perdido es siempre una desgracia. El pasado no vuelve. Nada resiste el paso del tiempo. Tu que has visto el océanos, los monstruos y el Eliseo, ¿podrás reconocer todavía las casa, tus casas?

Odiseo: Tu misma dijiste que llevo la isla con migo.

Calipso: Oh, pero cambiada, perdida, un silencio. El eco del mar entre los escollos o un poco de humo. Nadie podrá compartirla con tigo. Las casas serán como el rostro de un viejo. Tus palabras tendrán un sentido diferente de las suyas. Estarás más solo que en el mar.

Odiseo: Pero sabré al menos que debo detenerme.

Calipso: No vale la pena, Odiseo. El que no se detiene ahora, ya mismo, no se detiene jamás. Lo que haces, seguirás haciéndolo siempre. Debes quebrar de una vez el destino, debes cambiar la calle y dejarte hundir en el tiempo…

Odiseo: No soy inmortal.

Calipso: Lo serás, si me escuchas. ¿Qué es la vida eterna sino este aceptar el instante que viene y el instante que se va?
El éxtasis, el placer, la muerte no tiene otra finalidad. ¿Qué ha sido hasta ahora de tu vagar inquieto? 

Odiseo: Si lo supiera, ya me hubiese detenido. Pero olvidas algo. 

Calipso: Dime.

Odiseo: Aquello que busco lo tengo en el corazón, como tu.

Imagen: Henri Lehman.- calypso

Odiseo: Lo que añoro es una parte viva de mí mismo, como lo es para ti tu silencio. ¿Qué ha cambiado para ti desde los días en que la tierra y el mar te obedecían? Sentiste que estabas sola y que estabas cansada, y olvidaste tus nombres. Nada te ha sido quitado. Eres lo que quisiste ser.

Calipso: Lo que soy es casi nada, querido. Casi mortal, casi una sombra como tú. Es un largo sueño comenzado quien sabe cuando, y tú has entrado en este sueño como un ensueño. Temo el alba, el despertar; si te vas es el despertar.

Odiseo: ¿Eres tu, la señora, quien habla?

Calipso: Temo el despertar como tu temes a la muerte. Mira: antes estaba muerta; ahora lo se. No quedaba de mí sobre esta isla sino la voz del mar y del viento. Oh, no era padecer. Dormía. Pero, desde que has llegado, has traído otra isla dentro de ti.

Odiseo: La busco desde hace tiempo. Tú no sabes lo que es entornar los ojos para ilusionarse cada vez que se divisa una tierra. Yo no puedo aceptar y callar.

Calipso: Sin embargo, Odiseo, vosotros los hombres, decís que recuperar lo perdido es siempre una desgracia. El pasado no vuelve. Nada resiste el paso del tiempo. Tu que has visto el océanos, los monstruos y el Eliseo, ¿podrás reconocer todavía las casa, tus casas?

Odiseo: Tu misma dijiste que llevo la isla con migo.

Calipso: Oh, pero cambiada, perdida, un silencio. El eco del mar entre los escollos o un poco de humo. Nadie podrá compartirla con tigo. Las casas serán como el rostro de un viejo. Tus palabras tendrán un sentido diferente de las suyas. Estarás más solo que en el mar.

Odiseo: Pero sabré al menos que debo detenerme.

Calipso: No vale la pena, Odiseo. El que no se detiene ahora, ya mismo, no se detiene jamás. Lo que haces, seguirás haciéndolo siempre. Debes quebrar de una vez el destino, debes cambiar la calle y dejarte hundir en el tiempo…

Odiseo: No soy inmortal.

Calipso: Lo serás, si me escuchas. ¿Qué es la vida eterna sino este aceptar el instante que viene y el instante que se va?
El éxtasis, el placer, la muerte no tiene otra finalidad. ¿Qué ha sido hasta ahora de tu vagar inquieto?

Odiseo: Si lo supiera, ya me hubiese detenido. Pero olvidas algo.

Calipso: Dime.

Odiseo: Aquello que busco lo tengo en el corazón, como tu.

Imagen: Henri Lehman.- calypso

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